Ana
Colombia
Cigarrillo
Recibí la clase de su curso y ésto me recuerda también que mi niño y yo, repartimos muchos folletos acerca del cigarrillo y hablé con mucha propiedad acerca de los efectos nocivos del mismo, especialmente a los jóvenes, ya que en esa primera etapa de la vida es donde más inclinado se siente uno a fumar, queriendo parecer importante ante los demás. A algunos estudiantes les hablaba en los parques, en todos los sitios públicos y ellos finalmente apagaban su cigarrillo o disimuladamente lo tiraban al piso. Sé que les llegué a algunos, por esa vergüenza que mostraban y les hablo con el corazón, ya que fui una jovencita adicta al cigarrillo, me sentía muy mujer, muy importante con un cigarro en la boca. Probé todas las marcas, hasta que decidí yo misma dejar ese vicio tan repugnante e inútil, para lo cual cuenta una con mucha gente que le facilita el cigarrillo. Yo era de las que con una colilla encendía el siguiente cigarrillo. Siempre me he caracterizado, y ahora me doy cuenta que es debido a mi inconsciencia, por ser "auténtica" y nunca fumé a espaldas de mis mayores, siempre lo hice de frente e incluso mi padre me acompañaba a fumar, ya que él también era fumador en ese entonces, pero él lo dejó primero que yo. De manera imperativa me di cuenta, que ese vicio tonto debía dejarlo, cuando me empezó a arder la garganta y suspendía el fumar por un día, cuando ya se desaparecía el ardor en la garganta, entonces comenzaba a fumar de nuevo. Esa fue para mi la señal de que no debía fumar más. Paulatinamente lo fui dejando, haciendo que poco a poco mi límite de tolerancia hacia la abstinencia fuese mayor. Recaía, pero ya sabía que podría abstenerme por más tiempo. Mis amigos y mis socios eran fumadores también, supe que en definitiva me había auto-curado de esa adicción, cuando una tarde llegué de visita a casa de un amigo de toda la vida, en donde siempre las reuniones y encuentros eran ricas en cigarrillo y café, yo no tomaba café, pero si fumaba, entonces esa tarde los vi fumar incesantemente, me brindaban como de costumbre y se mofaban porque yo una y otra vez, de manera muy tranquila, me rehusaba a fumar. En ese momento de gran indiferencia hacia el cigarrillo, me di cuenta que estaba definitivamente curada de mi adicción. Más nunca he fumado, ni me molesta o critico a quien lo haga y no pueda superar su adicción. Pero yo, gracias a mi Dios, tomé la mejor decisión después de 20 años de ser una fumadora compulsiva. Lástima que un amigo, primo de mi esposo, no pudo superar ese vicio y a los siete meses de nosotros accidentarnos, él desencarnó, víctima del cáncer en los pulmones. Ese querido turco, apenas contaba con 52 años de edad y era una gran persona conmigo y con su primo (mi esposo), yo nunca le dije nada acerca del cigarrillo, porque veía que estaba muy percudido en el vicio ese y cuando alguien le decía algo acerca de éso, siempre respondía: "De algo hay que morir". Lo más lamentable es que su querida madre (quien también había sido fumadora), cuando él era un niño de 6 ó 7 años, lo mandaba a que le encendiera los cigarrillos. Ana. Colombia .