Marta Lucia Ramirez
Argentina
Prematrimonial
¡Por favor! no deseo que se publique mi nombre. Tengo 22 años, hace dos conocí a un hombre de 36 años, el cual es casado, con él inicié una amistad; en un inicio yo lo consideraba un buen amigo. Poco a poco sus visitas, sus llamadas telefónicas empezaron a ser más frecuentes, en otras palabras, empezó a enamorarme, yo lo rechazaba siempre, porque sabía que estaba casado. Además, yo era virgen, nunca había tenido relaciones sexuales. Pasaron los meses y ese hombre me fue envolviendo con sus palabras y mentiras, me enamoré de él, iniciamos una relación de enamorados, porque me dijo que tenía problemas con su esposa y que se iba a divorciar. Desde el inicio de nuestra relación yo le dije que era virgen y que sólo estaría con él, el día que nos casáramos. Después de un año de ser enamorados me convenció de tener relaciones con él y acepté, ese fue el peor error de mi vida. Él, al ver que yo estaba sangrando se asustó mucho, porque creo que en ese momento, recién se convenció de que nunca le mentí, que realmente yo había estado virgen; yo no dejaba de llorar. Después de eso tuve un retraso de mi regla de tres semanas y me hice una prueba de embarazo. Al día siguiente hablé con él y le dije que estaba embarazada, él me dijo que abortara, que no lo podía tener, porque su esposa también estaba embarazada. En ese momento me sentí morir, le dije que yo no lo necesitaba para tener a mi bebé, que podía tenerlo sola y que no lo quería volver a ver jamás. Yo tenía mi profesión, me había graduado con honores y en esos días estaba empezando a estudiar otra profesión, con el apoyo de mis padres. Conforme pasaban los días empecé a sumirme en una profunda depresión, dejé de ir a la universidad, empecé a tomar pastillas para dormir, tenía miedo de la reacción de mi familia. Un día resbalé, pero no sentí mucho dolor, horas más tarde sentí más dolor en el vientre y me venía sangre, en la clínica me dijeron que ya no había bebé. Me quise morir, lloré mucho. Intenté suicidarme dos veces, seguía tomando pastillas para dormir, empecé a volverme alcohólica, sentía que ya no tenía nada, solo vivía encerrada en mi cuarto, durmiendo, bebiendo y llorando, había perdido mi bebé y mi virginidad; de nada me servía tener tantos estudios, diplomas, si al final mi vida estaba arruinada. Mis padres nunca se enteraron de lo que me sucedió, todo lo viví, lo lloré y lo sufrí sola, solo Dios me acompañó. Hace dos meses que mis padres me llevaron a un psiquiatra y sigo un tratamiento, he dejado por completo el alcohol, ya no tomo pastillas para dormir, pero el dolor que llevo en el alma no se cura y creo que nunca se me va a quitar, no hay día y noche que no llore, a veces pienso que todo fue una pesadilla o que no me pasó a mí. Por muy bueno que sea el psiquiatra que me trate, nunca va poder quitarme este dolor que siento aquí en mi alma. Le pido perdón a Dios por mi pecado, lo busco cada día porque necesito sentir la paz que solo Dios puede dar. Gracias por escucharme y no te equivoques como yo lo hice, porque el tiempo ya no retrocede. Yo no dejo de llorar y de sufrir, no por ese hombre, porque él no vale nada, sino por un bebé que tanto quise y que nunca tuve y porque perdí mi virginidad.